Destellos de luz
se cuelan por la ventana de Juan.
Son medusas que acarician
los sueños de la noche.
Se deslizan entre las algas de sus ojos,
entre las rojas islas de sus labios,
entre la música silenciosa de las olas
que anidan en su cabeza.
«Despierta, Juan, despierta», le dicen.
Ya llegan, ya están aquí
las hadas marinas.