Para 18 años

Dale la vuelta a tu clase

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Los impulsores de esta metodología educativa llegaron a ella al plantearse estas preguntas: ¿Cómo puede un solo profesor personalizar la educación de tantos estudiantes? ¿Cómo puede asegurarse de que cada alumno aprende, cuando hay tantas metas y objetivos que alcanzar? ¿Qué pasaría si grabáramos nuestras exposiciones, los alumnos vieran el vídeo como tarea y luego dedicáramos todo el tiempo de la clase a ayudarlos con los conceptos que no entienden? De este modo nació la ‘clase al revés’, que centra la atención en cada alumno y su propio ritmo de aprendizaje.Esto supone que cada alumno estudie en casa a su propio ritmo, una mayor participación en clase, trabajar en equipo, dedicar tiempo a plantear dudas, organizar debates y ofrecer a los alumnos la oportunidad de expresar los contenidos de la manera más acorde con su forma personal de aprender. ‘Dar la vuelta’ a la clase asegura que los alumnos reciben una educación personalizada, diseñada a la medida de sus necesidades individuales. Como afirma Marc Prensky en el prólogo de este libro: ‘El viejo papel educativo de `transmitir información´  ha sido sustituido ahora por `enseñar a los estudiantes a enseñarse a sí mismos´’. 
Número de páginas: 111
Encuadernación: Rústica
Código ISBN: 9788467561180
Código interno SM: ES156140

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El equipo editorial de SM ha seleccionado cuidadosamente estos libros:

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Para 18 años
El sistema tradicional  en el que hemos crecido, y en el que continúan creciendo muchos niños, está centrado en las certezas, en los resultados fijos, en una experiencia única para todos. Estábamos magníficamente preparados para un presente continuo…que no existe. Es hora de reinventarnos como escuelas, como directivos y como profesores, porque nunca han sido tan necesarios los profesionales del aprendizaje y tan prescindibles los enseñantes.
Dos tercios de las escuelas están inmersas en una pasión educativa que hacía muchísimo tiempo que no experimentábamos. Cualquiera de nosotros que abandone su burbuja educativa, descubrirá la enorme cantidad de energía, coraje, tiempo y creatividad que estamos desplegando. Tal vez porque somos conscientes de que no estamos ante una época de cambios en la escuela sino que asistimos a un cambio de escuela.
Utilicémonos por un momento como una máquina del tiempo educativa. Hace veinte años ser profesional en cualquier responsabilidad dentro de un colegio era más fácil. Bastaba con “dar clase y gestionar a los que daban clase”. La vida escolar y todo lo referente al aprendizaje eran lo suficientemente estables como para, haciéndolo medianamente bien, ser válidos en nuestra responsabilidad. Tal vez no destacábamos, pero aportábamos lo correcto.
Sin embargo, desde comienzos del siglo XXI, las escuelas que siguen conformándose con lo que saben enseñar y lo que se les pide (las escuelas planas) están transformándose, a una velocidad fulminante, en escuelas mediocres y prescindibles. Y lo están haciendo sin ser conscientes, sin saberlo, adormecidas porque sigue habiendo padres y alumnos esperando en sus puertas a ser admitidos. O excusadas del deber de repensarse, gracias a las facilidades que la burocracia, las leyes y el papeleo nos regalan para no tener tiempo para hacernos preguntas.
Sin embargo, un colegio es hoy una de las instituciones más complejas técnica y organizativamente de las que se puede formar parte y a las que dirigir. Si el personaje de Federico Luppi  en la película Lugares comunes hubiera leído todo lo anterior, habría incluido esta certeza dentro de “el dolor de la lucidez”.
Pero esa consciencia, siendo fundamental, nos da solo un ángulo. Para estar completa necesita la mirada con la que Steve Jobs valoraba las épocas de cambio, hasta el punto de provocarlas. Porque son el tiempo de las posibilidades, el tiempo de las oportunidades. Y para Appel, el cambio hay que protagonizarlo. Pero eso nos obliga a elegir: “hacernos navegantes piratas o unirnos a la tropa”. Transformarnos en “exploradores del aprendizaje” o quedarnos en simples “colegios de toda la vida”. Y mientras elegimos, no olvidemos que cada uno de los niños de este planeta merece nuestra excelencia y no nuestra comodidad.
 Las escuelas inteligentes no se resisten a los cambios ni se limitan a adaptarse a ellos. Son escuelas que buscan el modo de utilizar y transformar lo que sucede para que se haga posible un futuro inteligente. Para conseguirlo, se están transformando en nómadas del aprendizaje. Son escuelas que no dejan de aprender, escuelas que crean el futuro.
Dirigir una escuela inteligente es un gran reto que exige tener visión de futuro y conocer el perfil y las habilidades directivas que hacen posible el cambio educativo. Este libro invita a los profesionales de la educación a emprender un apasionante y transformador viaje hacia un nuevo modo de entender y vivir la escuela.

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Para 18 años

Este libro está dirigido a padres que quieran elegir la clase de juguetes y actividades para sus hijos, docentes en busca de nuevas formas de ayudar a sus alumnos a aprender, directores de escuela que deseen poner en práctica propuestas educativas novedosas, diseñadores que crean nuevos productos o actividades dirigidas a un público infantil o, simplemente, a aquellos que sienten interés por los niños, el aprendizaje y la creatividad. En él se pone de manifiesto que, con el diseño y el estímulo adecuados, las nuevas tecnologías pueden permitir que todos los niños, sin importar su procedencia, dispongan de un mayor número de oportunidades para experimentar, explorar y expresarse, a la vez que, durante el proceso, logran desarrollarse como pensadores creativos. El pensamiento creativo ha sido siempre, y seguirá siéndolo en el futuro, un elemento fundamental que otorga sentido a nuestras vidas. Ser un pensador creativo no solo produce beneficios económicos, sino también alegría, plenitud, propósito y significado. Los niños no se merecen menos.

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Para 18 años

La educación está en movimiento. Los estudiantes cada vez nos señalan con más claridad que aprenden de maneras distintas y muchos docentes están dispuestos a acompañarlos enseñando de manera diferente. La pregunta no es si la escuela está en transformación o no, sino más bien hacia dónde avanza. Para ello es necesaria la utopía, que es esperanza y deseo; se ofrece al caminante como aliciente para dar un paso más, un nuevo paso. En sanidad se habla desde hace tiempo de activos de salud en la búsqueda de unas condiciones que promuevan la salud y eviten la enfermedad. Mediante estos activos, la comunidad y el individuo generan y participan en situaciones que les proporcionan bienestar. De la misma manera, contamos con activos de aprendizaje que promueven, estimulan y permiten un desarrollo integral equilibrado del individuo y de la comunidad. Somos organismos que aprenden y nuestro entorno es una fuente constante de aprendizajes. Por eso los textos que aquí se ofrecen contienen fragmentos de un mapa de esos activos de aprendizaje que aún está por explorar; son breves fotografías que miran al presente como futuro. En nuestras manos está determinar no solo cuál es nuestra utopía sino también cómo queremos hacer el camino.

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