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¿Por qué muchas veces se toman decisiones desde una perspectiva individual, sin tener en cuenta otros puntos de vista? ¿Las diferencias de opinión potencian u obstruyen el pensamiento crítico? ¿Es aconsejable buscar personas con una opinión diferente a la nuestra y atender las objeciones que encuentren a nuestra postura? El presente libro analiza la naturaleza del desacuerdo entre distintos miembros de un grupo al que corresponde decidir sobre un tema, y la aplicación de la controversia constructiva, uno de los métodos más eficaces que existen para potenciar la creatividad, la innovación y la toma de decisiones. Si los docentes aplican con frecuencia la controversia constructiva, dejarán impresa en los alumnos la huella de la investigación intelectual, que consiste, entre otras cosas, en construir argumentos coherentes, ser persuasivo en la presentación de los datos, analizar de forma crítica las posturas de los otros, rebatir el cuestionamiento de los demás, contemplar los problemas desde diversas perspectivas y llegar a una decisión razonada.
Las claves del libro
1. Formar grupos cooperativos de cuatro
Las controversias tienen que estructurarse en grupos cooperativos de cuatro. Estos grupos se dividen en dos parejas y se asigna una postura a cada pareja, para que prepare la defensa con ayuda de los materiales necesarios. La tarea debe estructurarse de forma que haya, al menos, dos posturas bien documentadas, a favor y en contra. El objetivo cooperativo es que los alumnos tomen la decisión mejor razonada sobre el tema de discusión.
2. Establecer unas normas de interacción
Es importante que los alumnos comprendan que el propósito de defender y criticar no es ganar, sino dejar claros los puntos fuertes y los puntos débiles de diferentes formas de actuación, de manera que se pueda alcanzar un acuerdo conjunto que represente la mejor defensa posible que se pueda hacer. Cuando preparan sus posturas, los alumnos pueden comparar su trabajo con el de los compañeros de otros grupos que estén defendiendo la misma postura. Se pueden compartir ideas sobre cómo presentarla y defenderla de un modo más eficaz. Los resultados positivos conseguidos con un grupo de aprendizaje cooperativo se pueden ampliar a toda la clase, mediante la cooperación entre los distintos grupos.
3. Supervisar y reorientar conductas
Los docentes deben anotar en una hoja de observaciones las conductas mejorables y las apropiadas, tales como: aportar ideas, hacer preguntas, expresar sentimientos, escuchar activamente, mostrar apoyo. También pueden ayudar a los alumnos, cuando expresen que lo necesitan, a: aclarar alguna indicación, revisar conceptos y estrategias importantes, responder a preguntas, aprender nuevas destrezas de aprendizaje cooperativo. Y, finalmente, tienen que ofrecerles el feedback necesario para mejorar y ser más competentes en futuras prácticas de controversia constructiva.
El equipo editorial de SM ha seleccionado cuidadosamente estos libros:
21,15 €
Esta obra colectiva ofrece un acercamiento desde diversas perspectivas al concepto y la práctica de la ciudadanía global a través de la educación y de la movilización social, con el fin de facilitar su desarrollo dentro de la comunidad educativa. La educación debe promover la toma de conciencia de que se vive en un mundo interrelacionado cuyo dinamismo no puede aprehenderse de forma local, sino como un sistema global de conocimientos, aptitudes y valores en cambio constante. El paso de individuo a persona y de esta a ciudadano es un proceso educativo fundamental.
La adquisición de ciudadanía, más allá de los derechos y deberes, se lleva a cabo a través de la acción para construir una sociedad mejor.
11,54 €
19,23 €
La escuela debe enseñar a convivir y debe hacerlo de una forma programada, sistemática y explícita. Pensar en la convivencia en términos de aprendizaje consiste en definir qué competencias queremos que adquiera el alumnado, cómo conseguirlo y de qué manera evaluarlo. Desde la lógica retributiva, el sistema educativo expulsa al alumnado que no se relaciona de manera adecuada. Eso supone un fracaso tanto para los excluidos como para quienes
permanecen, ya que ninguno aprende a superar los conflictos y a convivir en armonía. En cambio, cuando concebimos la convivencia desde una lógica restaurativa la conectamos con la equidad. Las prácticas restaurativas son realmente eficaces para cohesionar grupos, comunicarnos de forma eficaz, resolver desacuerdos y construir comunidad.
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