Para 18 años

La escuela ante el espejo

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La escuela como tal es un concepto abstracto. Lo que tiene existencia real es cada escuela, ubicada en un terreno determinado, habitada por personas concretas, y perteneciente a un entorno social específico. Esa es la que debería verse en el espejo para comprobar en qué medida sus alumnos están siendo debidamente atendidos. Pero ¿qué ve al mirarse? ¿Se ve tal cual es o como se imagina que es, o como querría ser? ¿Con qué criterio interpreta lo que ve? Proliferan métodos, conceptos e instrumentos que, pretendiendo convertirse en panaceas educativas, tienen una vida muy efímera. Es preciso distinguir en el espejo aquellas innovaciones valiosas capaces de trazar un rumbo distinto para cada alumno que haga posible su desarrollo intelectual, afectivo y ético.

Número de páginas: 232
Encuadernación: Rústica
Código ISBN: 9788491820475
Código interno SM: ES189899

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Para 18 años

¿Qué importa más: el rendimiento académico o el desarrollo personal de los estudiantes? Estamos tan preocupados por el futuro y vamos tan deprisa que parecemos olvidar a la persona que vive detrás de cada alumno y la necesidad de acompañarlo en procesos de aprendizaje vitales. 
Más que acumular datos, los jóvenes precisan desarrollar un saber y un saber hacer que no puede estar desvinculado del saber ser y el saber convivir, que se adquieren a través del desarrollo de habilidades para la vida.  ¿Cómo se aprenden las habilidades para la vida? Desde la práctica, la reflexión y el diálogo.
Cuando imaginamos una escuela dedicada a esta labor, tenemos en mente a los estudiantes, pero también al profesorado como principal agente del cambio, ya que enseñamos lo que somos. La buena noticia es que todas las personas, a cualquier edad, pueden desarrollar estas habilidades a través de un entrenamiento adecuado, como el que proponen las autoras de este libro, que durará toda la vida. Las preocupaciones por los resultados académicos y el futuro profesional de niños y jóvenes parecen justificar la excesiva importancia que los adultos atribuyen al éxito escolar, relegando a un segundo plano el desarrollo personal, emocional y relacional. A pesar de los esfuerzos para mejorar la educación, es cada vez más evidente que la mayoría de las escuelas y las universidades no están proporcionando las herramientas necesarias para prosperar en un mundo complejo, marcado por los avances en tecnología, la globalización, la incertidumbre económica, la inestabilidad laboral o la dinámica social cambiante, que nos enfrentan a retos y oportunidades que nunca antes habíamos experimentado No cabe duda de que el conocimiento académico cumple una función importante, pero en nuestro mundo, más allá del conocimiento teórico y algunas capacidades prácticas vinculadas a esas disciplinas, necesitamos cada vez más enseñar habilidades para la vida, ya que, con el tiempo, serán un síntoma de que mucho de lo que se aprendió en la escuela ha llegado a contribuir decisivamente a la calidad de vida del alumnado, tanto en lo personal como en lo profesional.

 

20,19 

Para 18 años

¿Por qué cuando hablamos de influencers, personas que movilizan e inspiran, casi nadie se refiere a los influencers educativos? Toda la comunidad educativa (padres, alumnado, profesorado, directivos), necesita más que nunca personas e instituciones que sean referencia inspiracional, tanto para nosotros como para el exterior. Pero no es tiempo de espectadores o de que todos aquellos que estamos en educación nos situemos solo como seguidores. Hay también que singularizar y aportar valor con nuestra influencia. Debemos hacer algo para resultar interesantes en todos aquellos medios, redes y escenarios en los que se está hablando de futuro.

Este libro muestra el camino para actuar en ese sentido y da a conocer la labor de 50 personas e instituciones que ya han elegido no ser espectadores, sino hacer de su vida un legado humilde pero multiplicador desde la perspectiva de la educación.

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La escuela como tal es un concepto abstracto. Lo que tiene existencia real es cada escuela, ubicada en un terreno determinado, habitada por personas concretas, y perteneciente a un entorno social específico. Esa es la que debería verse en el espejo para comprobar en qué medida sus alumnos están siendo debidamente atendidos. Pero ¿qué ve al mirarse? ¿Se ve tal cual es o como se imagina que es, o como querría ser? ¿Con qué criterio interpreta lo que ve? Proliferan métodos, conceptos e instrumentos que, pretendiendo convertirse en panaceas educativas, tienen una vida muy efímera. Es preciso distinguir en el espejo aquellas innovaciones valiosas capaces de trazar un rumbo distinto para cada alumno que haga posible su desarrollo intelectual, afectivo y ético.

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Desde hace algunos años, los neurólogos se están introduciendo en el mundo de la pedagogía intentando demostrar y convencer al profesorado de que el cerebro de sus alumnos, órgano responsable de su aprendizaje, debe ser estudiado y comprendido para garantizar una mejora en el proceso educativo.
El profesorado no suele tener acceso a este tipo de información sobre el funcionamiento cerebral de sus alumnos y tampoco conoce cómo utilizar recursos emocionantes que favorezcan un aprendizaje para toda la vida.
Por este motivo precisa tener conocimientos básicos sobre el mundo emocional, tanto el personal como el de sus aprendices, factores ambos que van a incidir con toda seguridad sobre su bienestar docente a la vez que le permitirán transformar sus estrategias educativas y optimizar el aprendizaje de los alumnos.
Ese es el objetivo fundamental de esta investigación, acercar al docente los descubrimientos más significativos de la neurociencia de una forma sencilla y práctica.
Mientras los científicos son cautelosos al presentar sus descubrimientos sobre el cerebro, lo que ya han descubierto proporciona importantes innovaciones para las prácticas educativas. Por primera vez en la historia tenemos la oportunidad de comprender, cambiar y actuar desde la biología del aprendizaje en vez de seguir prácticas transmitidas, y asumidas como óptimas.
Es importante hacer una revisión de las prácticas que  solemos aplicar en el aula, y comprometernos nosotros mismos a dejar lo que es inefectivo o causa dolor emocional en los alumnos para incluir aquellas compatibles con la forma que tiene el cerebro de aprender y que permitan disfrutar del aprendizaje durante toda la vida.
El cerebro es el órgano del aprendizaje, es la materia con la que trabajas todos los días desde tu rol de maestro, educador, profesor. Sin embargo ha sido desde la década de los años 90, la llamada 'década del cerebro', cuando hemos podido acceder a conocimientos impresionantes sobre cómo trabaja y cómo aprende el cerebro, gracias al acceso a tecnologías innovadoras de neuroimagen, fruto de toda una revolución tecnológica y de miles de trabajos de investigación en todo el mundo.
Antes de esta revolución contemplábamos los resultados de nuestras estrategias pedagógicas, y, de acuerdo a sus resultados, las manteníamos, modificábamos o descartábamos. Sin embargo hoy podemos afirmar que, cuanto más sepas acerca del cerebro de tus alumnos y del tuyo propio, más éxito podrás tener en tus prácticas.
El desarrollo de las técnicas de escáner cerebral nos permite conocer cómo procesa el cerebro los conocimientos y cómo se comporta durante el proceso de aprendizaje. El potencial de estos avances, así como la investigación, cada día más extensa, sobre las emociones, permite a los docentes y a cualquier persona involucrada en los procesos de enseñanza-aprendizaje, mejorar su práctica educativa, a la vez que ayuda a que el alumnado se motive y aprenda mejor.

En estos últimos años también han aparecido investigaciones de la neurociencia que nos muestran la importancia de los procesos emocionales y su influencia sobre la atención y la memoria. En realidad, no podríamos hablar de aprendizaje en ausencia de memoria, de modo que este libro también se centrará en comprobar su relación y analizar cómo influyen las emociones en el proceso de fijación de los recuerdos, en la conducta de los alumnos y en su proceso de aprender y crecer como personas.

Existen determinadas emociones que favorecen los procesos de aprendizaje, así como hay otras que los dificultan; conocerlas puede ayudar a mejorar la práctica pedagógica y provocar en el alumnado una activación emocional encaminada a su automotivación, elemento fundamental en el aula, que además garantiza mejores rendimientos.

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