Para 18 años

Pensadores creativos

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Este libro está dirigido a padres que quieran elegir la clase de juguetes y actividades para sus hijos, docentes en busca de nuevas formas de ayudar a sus alumnos a aprender, directores de escuela que deseen poner en práctica propuestas educativas novedosas, diseñadores que crean nuevos productos o actividades dirigidas a un público infantil o, simplemente, a aquellos que sienten interés por los niños, el aprendizaje y la creatividad. En él se pone de manifiesto que, con el diseño y el estímulo adecuados, las nuevas tecnologías pueden permitir que todos los niños, sin importar su procedencia, dispongan de un mayor número de oportunidades para experimentar, explorar y expresarse, a la vez que, durante el proceso, logran desarrollarse como pensadores creativos. El pensamiento creativo ha sido siempre, y seguirá siéndolo en el futuro, un elemento fundamental que otorga sentido a nuestras vidas. Ser un pensador creativo no solo produce beneficios económicos, sino también alegría, plenitud, propósito y significado. Los niños no se merecen menos.

Etiquetas: Aprendizaje
Número de páginas: 128
Encuadernación: Rústica
Código ISBN: 9788491827795
Código interno SM: ES195583

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El mundo digital ha llegado para quedarse, y debemos educar a niños y adolescentes en el uso saludable de herramientas que van a utilizar a lo largo de toda su vida. Esta labor debe afrontarse tanto desde los centros escolares como desde las familias, Es necesario dotarlos de los mecanismos necesarios para desarrollar su sentido crítico, observar lo que está sucediendo con perspectiva y adoptar un papel activo a favor de sus derechos, mostrándoles cómo esquivar la manipulación. Para ello debemos priorizar el trabajo sobre los tres retos más urgentes: superar la información falsa y las técnicas engañosas de obtención de datos, la sobreestimulación y las posibles conductas adictivas, con el fin de convertirlos en usuarios libres, conscientes y responsables.

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Para 18 años
Los impulsores de esta metodología educativa llegaron a ella al plantearse estas preguntas: ¿Cómo puede un solo profesor personalizar la educación de tantos estudiantes? ¿Cómo puede asegurarse de que cada alumno aprende, cuando hay tantas metas y objetivos que alcanzar? ¿Qué pasaría si grabáramos nuestras exposiciones, los alumnos vieran el vídeo como tarea y luego dedicáramos todo el tiempo de la clase a ayudarlos con los conceptos que no entienden? De este modo nació la ‘clase al revés’, que centra la atención en cada alumno y su propio ritmo de aprendizaje.Esto supone que cada alumno estudie en casa a su propio ritmo, una mayor participación en clase, trabajar en equipo, dedicar tiempo a plantear dudas, organizar debates y ofrecer a los alumnos la oportunidad de expresar los contenidos de la manera más acorde con su forma personal de aprender. ‘Dar la vuelta’ a la clase asegura que los alumnos reciben una educación personalizada, diseñada a la medida de sus necesidades individuales. Como afirma Marc Prensky en el prólogo de este libro: ‘El viejo papel educativo de `transmitir información´  ha sido sustituido ahora por `enseñar a los estudiantes a enseñarse a sí mismos´’. 

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¿Qué importa más: el rendimiento académico o el desarrollo personal de los estudiantes? Estamos tan preocupados por el futuro y vamos tan deprisa que parecemos olvidar a la persona que vive detrás de cada alumno y la necesidad de acompañarlo en procesos de aprendizaje vitales. 
Más que acumular datos, los jóvenes precisan desarrollar un saber y un saber hacer que no puede estar desvinculado del saber ser y el saber convivir, que se adquieren a través del desarrollo de habilidades para la vida.  ¿Cómo se aprenden las habilidades para la vida? Desde la práctica, la reflexión y el diálogo.
Cuando imaginamos una escuela dedicada a esta labor, tenemos en mente a los estudiantes, pero también al profesorado como principal agente del cambio, ya que enseñamos lo que somos. La buena noticia es que todas las personas, a cualquier edad, pueden desarrollar estas habilidades a través de un entrenamiento adecuado, como el que proponen las autoras de este libro, que durará toda la vida. Las preocupaciones por los resultados académicos y el futuro profesional de niños y jóvenes parecen justificar la excesiva importancia que los adultos atribuyen al éxito escolar, relegando a un segundo plano el desarrollo personal, emocional y relacional. A pesar de los esfuerzos para mejorar la educación, es cada vez más evidente que la mayoría de las escuelas y las universidades no están proporcionando las herramientas necesarias para prosperar en un mundo complejo, marcado por los avances en tecnología, la globalización, la incertidumbre económica, la inestabilidad laboral o la dinámica social cambiante, que nos enfrentan a retos y oportunidades que nunca antes habíamos experimentado No cabe duda de que el conocimiento académico cumple una función importante, pero en nuestro mundo, más allá del conocimiento teórico y algunas capacidades prácticas vinculadas a esas disciplinas, necesitamos cada vez más enseñar habilidades para la vida, ya que, con el tiempo, serán un síntoma de que mucho de lo que se aprendió en la escuela ha llegado a contribuir decisivamente a la calidad de vida del alumnado, tanto en lo personal como en lo profesional.

 

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Para 18 años

Este libro está dirigido a padres que quieran elegir la clase de juguetes y actividades para sus hijos, docentes en busca de nuevas formas de ayudar a sus alumnos a aprender, directores de escuela que deseen poner en práctica propuestas educativas novedosas, diseñadores que crean nuevos productos o actividades dirigidas a un público infantil o, simplemente, a aquellos que sienten interés por los niños, el aprendizaje y la creatividad. En él se pone de manifiesto que, con el diseño y el estímulo adecuados, las nuevas tecnologías pueden permitir que todos los niños, sin importar su procedencia, dispongan de un mayor número de oportunidades para experimentar, explorar y expresarse, a la vez que, durante el proceso, logran desarrollarse como pensadores creativos. El pensamiento creativo ha sido siempre, y seguirá siéndolo en el futuro, un elemento fundamental que otorga sentido a nuestras vidas. Ser un pensador creativo no solo produce beneficios económicos, sino también alegría, plenitud, propósito y significado. Los niños no se merecen menos.

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